Sunday, June 03, 2012

La señora Dalloway una mañana de junio



Virginia Woolf

Reviso una carpeta con viejos borradores. Encuentro algunos que me agradan, aunque no me identifique del todo con quien, confiando en ellos, los escribió hace años. Podría intentar una ligera enmienda, pero prefiero ahora dejar intacta esa otredad.

El (el otro, el mismo) jugaba entonces con voces prestadas y adoptó una femenina, para plagiar cuanto sigue:

Camino por Bond Street y me deleito. Como siempre, miro las tiendas buscando novedades. Hoy me llama la atención un tweed que vi en el viejo establecimiento donde hacían los sobrios trajes de mi padre. Cincuenta años de confección y de elegancia.

Camino y tengo la sensación de ser invisible. Pienso ahora que ya no volveré a casarme ni a tener hijos y podré vivir al aire libre.

Camino por esta calle de Londres que tanto me gusta. Veo guantes, veo zapatos, y recuerdo a mi tío William diciendo que a nosotras se nos conoce por esos indumentos.

Me detengo en una pescadería para asombrarme ante un salmón entero dentro de una barra de hielo, y casi sin darme cuenta, llego a la floristería para escoger los ramos de la fiesta que daré esta noche.

Era, por cierto, una mañana de junio.










No comments: