Sunday, May 11, 2008

La persistente memoria

Salvador Dalí



La memoria y el azar. Ambos poseen hilos secretos que se cruzan en su lugar predilecto: el laberinto.

La memoria tiene pasadizos secretos. La memoria no se pierde. Tú te pierdes en ella. Perder la memoria, en realidad, es perderse en la memoria. Es perder su hilo.

La memoria también es un bosque. Sus árboles a veces no te dejan verla. Procura alcanzar un claro en su interior y trata de leer desde allí a María Zambrano, como quien celebra un ritual arcaico.

La memoria tiene vida propia. Tú no la tienes. Ella te tiene a ti.

La memoria tiene más futuro que pasado, aunque contenga todos los pasados.

La memoria puede ser silenciosa e invisible, pero está ahí, acechándote.

Cuando la memoria habla, tú callas. Cuando la memoria calla, tú ni hablas ni escribes. Te dejas llevar por el rumor de la memoria silenciosa.

La memoria no escribe hoy porque lo escribió todo mañana.

La memoria atesora personajes que parecen perdidos para siempre. Un día, que puede ser hoy, uno de esos personajes aparece y te dice lo que nunca se atrevió a decirte hace décadas. Son las viejas celadas de Mnemosine, madre de todas las musas.

La memoria se detiene algunas veces y rememora. Después vuelve con más bríos y te inunda.

La memoria es una mañana en el mar porque dos amantes escuchan el aria de las Bachianas brasileiras Nro. 5 de Villalobos.

La memoria es un territorio infinito, un légamo que no termina.

La memoria suele dislocar su brújula y se va al pasado por irse al futuro.

Se equivocó la memoria. Se equivocaba.

1 comment:

Henry S. said...

Buenísimo!!!