12-10-04:
También en esa novela de Antonio Arráiz se encuentra esta maravilla:
“Dicen que en un lugar impreciso, entre el Caribe y el Atlántico, se reúnen por las tardes centenares de viejos desnudos, de luengas barbas moradas, cuyos alaridos se escuchan a distancia; y que en otro lugar aparecen en las noches de luna mujeres de barrigas verdosas, como panzas de tortugas, y detestan a los viajeros. Dicen que hay una isla en un lugar impreciso del Caribe sobre cuyas playas arrojan las olas los cadáveres tiernos de todos los niños que se ahogan en el mar, los cuales se conservan indefinidamente; y que, en cambio, hay otra isla, de grandes rocas porfíricas, que tiene escondido detrás de uno de los cayos un ancón encantado; y si fuera posible asomarse a él en una clara mañana, a la aurora, sería dable ver a la diáfana lumbre matutina una teoría de doradas vírgenes bailando, con las plantas desnudas sobre las aguas serenas, una danza celestial”.
La lumbre matutina está aquí. Me imagino ahora la “teoría de doradas vírgenes" bailando su danza celestial y trato de ver sus plantas desnudas sobre las aguas, en verdad, serenas.
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